viernes, 28 de febrero de 2025

La teoría de la periferia

En esta entrada, quisiera compartir contigo mi teoría de la periferia. Mi convicción es que el centro es el lugar ideal para tomar decisiones fundamentales, pero no es un ámbito habitual para el crecimiento humano. Se ha idealizado el centro como si fuera un lugar idílico, donde el bien y el mal se dan la mano, donde se refugia la buena gente, donde se comparte gran parte de los ideales. Visto de esta forma, el centro sería lo contrario al radicalismo. En el centro reinaría la tolerancia, la reconciliación y el proyecto común. Pero esto no es verdad: el centro es simplemente un lugar estratégico para alcanzar ciertos objetivos, pero no es un lugar ideal para plantar tiendas residenciales.

El centro político es solo estratégico

el centro político
En los países democráticos, las ideologías de los partidos políticos suelen dividirse en izquierda y derecha. A menudo, algunos se colocan en los extremos de ambas ideologías. Ocasionalmente, otros buscan el centro para relanzar sus proyectos cuando no logran convencer a muchos conciudadanos. Los estrategas saben que cuando se lanza un argumentario desde posiciones centrales se aseguran votos de ambos lados. Pero el político que lleva a cabo esta estrategia es consciente de que está manipulando la conciencia de la buena gente para llevarla a su terreno habitual. Sabe que si se queda mucho tiempo con ese disfraz oportunista será descubierto y repudiado por ambos lados porque el centro no tiene identidad. Y la gente necesita identificarse con alguna opción política que no ofrezca confusión. Se puede decir, pues, que el centro político es un lugar estratégico para ofrecer puntualmente un mensaje “light” que aunque no convenza, no disgusta. Es lo mismo que acudir a la fuente de lo políticamente correcto: se trata de alejarse de la polémica sin renunciar a sus fuentes ideológicas.

El centro bélico no es productivo

A nivel militar, pocas victorias se han logrado desde el centro. Si tomamos, por ejemplo, el centro como el gobierno de turno, quien quiera derrocarlo se colocará al margen de su poder para minarlo desde la periferia. Si los disidentes deciden organizar una guerrilla o un ataque armado, lo hacen desde la frontera para ir ganando terreno poco a poco hasta llegar al centro para imponer definitivamente su ideario. En la memoria de todos están las recientes guerras y sus organizaciones desde la periferia y las alianzas previas a las invasiones de los pueblos supuestamente hostiles a la paz mundial. Recordemos que a Sadam Hussein no le fue posible defender Bagdad, a pesar de los diferentes anillos defensivos que había organizado. En cambio, los talibanes fueron invencibles desde sus refugios en las montañas de Afganistán. Según el parte de guerra, más de una vez han ganado terreno a los aliados. La defensa del centro siempre acaba mal. La resistencia puede durar un tiempo, pero no eternamente. Los republicanos españoles defendieron ferozmente la ciudad de Madrid durante mucho tiempo, pero no la conservaron.

A nivel militar, ningún comandante aconsejaría lanzar un ataque desde el centro, y mucho menos garantizaría una victoria basándose en la defensa del centro. Está claro, pues, que la defensa del centro es estéril: provoca muchas bajas y no promete victoria. En cambio, guerrilleros han vivido o siguen viviendo en la periferia con el asombro de todos. Por tanto, el centro político es simplemente estratégico; el centro bélico no es productivo.

El mensaje de las religiones no es céntrico

A nivel espiritual, contrariamente a lo que podría creer mucha gente, el mensaje de las religiones no es céntrico. Los profetas acostumbran apartarse de la enseñanza oficial que suele estar en el centro; se colocan en la liminalidad y desde allí muestran la coherencia existencial del mensaje que anuncian al mundo. Jesús se apartó del templo y desde Galilea inició su marcha hacia el centro, Jerusalén. Las pocas veces que visitó el templo fue para reafirmar sus creencias: el templo se había convertido en un lugar de comercio y de conspiraciones políticas contra los romanos. Por eso se fue al desierto para ir conquistando todas las aldeas antes de llegar a Jerusalén. Sus discípulos hicieron lo mismo con la evangelización. Su mensaje nunca fue confuso ni confundido. La corrupción del cristianismo empezó cuando el trono y el altar se unieron en la civitas con la paz Constantina. Entonces el mensaje cristiano fue pervertido y diluido en las visiones terrenales. Fue cuando los monjes, como siglos antes habían hecho los de la comunidad de Qumrán, se retiraron al desierto para vivir mejor su fe. Muchos de ellos son considerados como modelos para una vida cristiana. Podemos decir, pues, que Jesús no construyó su enseñanza en torno al templo. Cada vez que sus seguidores intentaron conquistar y quedarse en el centro acabaron confundidos con los demás, sin un mensaje propio a transmitir.

El centro no es un lugar ideal para crecer

Al nivel existencial, partiendo del hecho de que el ser humano es un ser en situación, entendemos que cuando se encuentra en el centro se recibe muchos golpes y muchas veces resulta necesario colocarse en la periferia, siquiera para evitar ser la diana de los demás. Por experiencia sabemos que en un grupo de personas que pasan mucho tiempo juntas suele haber alguien en el centro para llevar la voz cantante. Durante un tiempo se convierte en una base de datos donde todo el mundo acude para reafirmarse. Si algo no va bien, ahí está ella para arreglarlo o para tranquilizar a los más nerviosos. A menudo goza de un reconocimiento sincero y agradecido de sus compañeros. Y como no quiere decepcionarlos, invierte todas sus energías para seguir ocupando su centro. Pero por muy válida que sea y por muy líder que se considere, tendrá momentos de debilidad en que necesite descansar un rato. Vive de cara al público hasta que una mañana se levanta agotada y empieza su hundimiento. Esta persona no supo que el centro no es un lugar ideal para crecer humanamente. El centro es un paso para visualizar la globalidad, pero a la hora de la verdad se vive mejor en la periferia. En el centro se gasta mucha energía para canalizar todas las fuerzas que circulan alrededor, y solo se saca provecho si se es consciente de su función puramente estratégica.

Si ves que empiezas a ser el centro de las alabanzas de tus vecinos o compañeros, piensa que no tardarás en estar en boga de todo el mundo. Puede que al principio te sientas cómodo de llevar la voz cantante, pero no olvides que eres la diana de todo el mundo porque tu visibilidad es tu mayor enemigo. Al igual que tus capacidades están al descubierto, tus defectos son más visibles. Una sola mancha es suficiente para que una camisa se vaya al cubo de la ropa sucia. Para el común de los mortales un solo defecto suele ocultar todo un campo lleno de bondades.

Mi consejo final

A mi modo de ver, y como forma de síntesis, de vez en cuando hay que acercarse al centro para tener una visión panorámica de la realidad, obtener informaciones suficientes para no automarginarse, dejarse ver para que tus compañeros sepan que aunque no destacas mucho, sigues presente. Cuando te acerques conscientemente al centro podrás ver quiénes tienden a seguirte y quiénes te tenían las ganas para lanzarte sus flechas. Una vez que hayas visualizado el conjunto de la realidad de tu entorno, retírate a tu periferia para seguir viviendo causando ruido solo cuando sea necesario. Y de vez en cuando, hiberne para ahorrar energías.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Los discípulos de Emaús

En esta entrada vamos a discernir sobre cómo podemos acompañar a una persona que acaba de perder la fe en alguien. Echando mano a mi formación teológica, quisiera partir de la historia de los discípulos de Emaús para analizar cinco verbos que deberíamos tener en cuenta en nuestra cotidianidad: caminar, contar, concretar, comer y compartir.

Resumen de la historia

Los discípulos de Emaús
En el Evangelio de San Lucas (
Lc 24, 13-35) encontramos una historia de dos discípulos que se marchan de Jerusalén a Emaús, tristes y decepcionados por lo que habían vivido durante la pasión y la muerte de Jesús en la ciudad santa. Meses antes habían dejado todo para seguirle pensando que él atraería la salvación al pueblo de Israel. Esperaban ansiosamente su resurrección, pero ya iban tres días y sólo podían confirmar que su cuerpo había desaparecido. Creyendo que todo se había acabado, decidieron volver a sus hogares para olvidarse del mayor fiasco de su vida. En el camino de vuelta a su casa, misteriosamente se les unió un forastero que iba conversando con ellos acerca de lo que los profetas escribieron sobre ese Mesías crucificado. Cuando llegaron a su destino, los dos discípulos le rogaron hospedarse en su casa porque ya era de noche. El forastero se quedó con ellos y en el momento de la cena les reveló su identidad y desapareció ante su asombro. Aunque ya era de noche, los dos discípulos se levantaron de la mesa y volvieron a Jerusalén para anunciar lo que acababan de experimentar.
La historia de los discípulos de Emaús es una historia pedagógica que intenta responder a la pregunta de cómo acompañar a una persona que acaba de perder la fe en alguien. Los discípulos de Emaús, después de asistir a la muerte de Jesús su Salvador y no ser testigos de su triunfante resurrección se marchan de Jerusalén. Se sienten estafados, decepcionados, frustrados y quemados. Por eso aparece Jesús para consolarlos, animarlos y enviarlos a la misión. Veamos el procedimiento pedagógico que San Lucas utiliza para enseñarnos cómo aconsejar y acompañar a alguien que acaba de perder el gusto por la vida.

Cómo acompañar a alguien que acaba de perder el gusto por la vida

1.-Caminar

Los discípulos iban caminando y Jesús se puso a caminar con ellos (Lc 24,13-16). Está claro que no hay posibilidad de superar un estadio sin ponerse a andar. Si no te pones a caminar nadie se une a tu camino porque las batallas perdidas no son atractivas para nadie. Cuando uno se pone a caminar, tarde o temprano encuentra el camino. O al menos se cruza con alguien que amablemente le ayuda a encontrar el camino. Lo que nadie puede pretender es encontrar el camino sin moverse de sitio. Por lo tanto, es necesario ponernos en camino para que tengamos posibilidad de hallar respuestas a preguntas que nos impiden ver el horizonte con claridad. Los místicos hablarían de la necesidad de tener una experiencia del éxodo como la tuvo el pueblo de Israel en Egipto. Ciertamente, sin una experiencia de éxodo no hay experiencia de liberación; sin la muerte no hay resurrección; sin sacrificio no hay éxito. Si queremos salir de nuestra situación de crisis tenemos que aceptar que el sacrificio forma parte del camino del éxito, y sobre todo tenemos que ser conscientes de que la rendición es el certificado de la caducidad.

2.-Contar

Jesús pregunta por la conversación de los discípulos entristecidos. Y les deja hablar y desahogarse porque es el mismo necesitado quien tiene que ir poniendo nombre a sus frustraciones (Lc 24,17-24). Como nadie es capaz de adivinar lo que nos está pasando, si no lo contamos nunca lo sabrá ni tendrá la posibilidad de ayudarnos a ordenar nuestras experiencias. Quien necesita ser aconsejado debe contar lo que le está pasando. Lo importante no es la coherencia de sus relatos sino su sinceridad porque no podemos pretender que una persona emocionalmente agitada nos haga un relato impecable. Se trata, más bien, de contar la realidad de sus experiencias sin maquillarla. La tendencia habitual suele ser intentar esconder algunas vivencias que creemos no van a gustar a nuestro interlocutor, pero casi siempre el centro de la gravedad suele estar en lo que tendemos a obviar. Cuando relatamos nuestras vivencias nos damos cuenta que nuestra vida no está hecha sólo de fracasos, por mucho que nos empeñemos en centrarnos en nuestros males. Conocer nuestra historia es descubrir sus riquezas y pobrezas; es poner de relieve las principales carencias que tenemos y tantear qué tipo de soluciones necesitamos. Contar nuestras vivencias nos ayuda a descubrir lo que podemos ofrecer a los demás y lo que esperamos de ellos. Desahogarse es un paso muy importante que nos ayuda a relajarnos y así poder revisar nuestras historias con una cierta claridad. Por eso quien quiera acompañar a alguien tendrá que escuchar previamente sus fracasos y esperanzas. Sin este paso previo, lo más seguro es que construya su propio castillo en un terreno que no es suyo, condenándose al trabajo inútil y sin esperanza. Hay que dejar a los demás que hablen de sus cosas, de sus fracasos y esperanzas y a partir de sus reservas vitales (o fortalezas) trazar un camino de posibles.

3.-Concretar

Vivimos en un mundo aprisado en el que es muy difícil relatar con calma nuestras vivencias. Incluso cuando logramos que alguien nos escuche, aparecen muchas circunstancias que provocan ruido a nuestro alrededor. En esta historia de Emaús, el camino y el atardecer favorecen la escucha activa. Una vez que los discípulos han terminado de contar sus vivencias interviene Jesús para simplificar los hechos para una mejor comprensión. Llamándoles “insensatos” (Lc 25, 25-27) deja muy claro que él sabe de lo que habla. De hecho lo demuestra cuando ofrece las claves para entender lo que ha pasado. Les explica lo que dice la Sagrada Escritura y lo que predijeron los profetas. La confusión de los discípulos es tal que a pesar de las claras explicaciones de Jesús ellos no entienden nada. Pero ya no hay tiempo para que él siga centrando sus experiencias porque están llegando a su destino. A veces cuando el mensaje no llega con claridad, hay que tomar un descanso para volver a reflexionar sobre todo el procedimiento. Por eso Jesús no insiste. No quiere ser un pesado. De hecho se dispone a despedirse de ellos cuando le invitan a hospedarse en su casa porque la noche está cayendo sobre la ciudad.

4.-Comer

Hay que invitar a nuestro acompañante para que se deje sentir uno de entre nosotros (Lc 24,28-32), forme parte de nuestro destino y celebre con nosotros nuestros éxitos y fracasos. Si no le invitamos, seguirá adelante y perderemos nuestra oportunidad. A veces cuando uno se siente deprimido o desorientado tiende a autoaislarse, se adentra en un callejón sin salidas y vive de la autocompasión en su castillo blindado. No se da cuenta que si sigue cerrando sus puertas, tarde o temprano la gente se cansará de esperar a que les abra y se irá con la música a otras partes. Esta reacción es lógica porque no es el acompañante quien necesita ser acompañado y no tiene porqué perder sus energías en una persona que no pone de su parte. Algunas personas creen que el mundo está en deuda con ellas y esperan todo de todos a cambio de nada. Olvidan que el camino del egoísmo, igual que el camino de la mentira, está condenado al fracaso. Alguien dijo que para todas las generaciones confundidas, el primer criterio es el propio bienestar. Pero si realmente queremos que el bien revierta en nuestro propio destino tenemos que ser generosos con los demás y tener la invitación siempre preparada, incluso para los forasteros. Aunque parezca mentira, la generosidad genera generosidad. Cuando los discípulos de Emaús comparten el pan con Jesús se les abren los ojos y le reconocen. Desaparecen el miedo, la tristeza y las frustraciones. Cuando experimentamos un encuentro creativo se nos abre un abanico de los imposibles y empezamos a consentir los sueños que antaño ahuyentábamos con nuestro pesimismo.

5.-Compartir

Curados por la fuerza de Jesús, los discípulos se encuentran en condiciones de volver a Jerusalén y contar lo que les ha sucedido (Lc 24,33-35). Es el comienzo de la misión resiliente: anunciar la buena noticia. Se les ve ansiosos de llegar a Jerusalén para proclamar que Jesús está vivo. Curiosamente, cuando llega a la ciudad santa, descubren que sus compañeros han tenido también la visita de Jesús. Tanto los que habían abandonado la comunidad como aquellos que se quedaron comparten juntos la buena noticia. No hay rencor entre ellos. Los antiguos «desertores» son reintegrados otras vez porque han descubierto el motor de sus vidas y se dan cuenta que la crisis crea oportunidad de superación. Ciertamente, el camino de la humanidad es una cadena de solidaridad. Cuando se levantan los caídos reciben la misión de cuidar a los demás. Por eso decimos que el egoísmo resta fuerza al proyecto común y no es nada creativo. Es de bien nacido ser agradecido. Cuando el enfermo recupera fuerzas no se marcha a atender sus asuntos: se dispone para cuidar a quienes están peor que él. El soldado que se recupera de las heridas no se va a emborrachar: limpia su arma y se une a los compañeros en el campo de batalla. Muchas veces se nos olvida que nos debemos a los demás desde que nacemos hasta que morimos. Si rompemos esta cadena de solidaridad nos estaremos condenando al camino solitario y estaremos condenando a nuestros compañeros al fracaso. La alegría o el éxito que no se celebra en comunidad es una desgracia. Por eso los discípulos de Emaús vuelven a Jerusalén para compartir su alegría. Saben que el optimismo infunde optimismo, y que los demás necesitan a veces oír que los sueños se cumplen para poder seguir soñando.

Lectura del texto bíblico

Lc 24.1-35

1.El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. 2.Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, 3.y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. 4.No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. 5.Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? 6.No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: 7.»Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. «» 8.Y ellas recordaron sus palabras. 9.Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. 10.Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. 11.Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían. 12.Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las vendas y volvió a su casa, asombrado por lo sucedido.

13.Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, 14.y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15.Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; 16.pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.

17.El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. 18.Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» 19.El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20.cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. 21.Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22.El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, 23.y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. 24.Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»

25.El les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26.¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» 27.Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.

28.Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. 29.Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos. 30.Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31.Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.

32.Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» 33.Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34.que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» 35.Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

miércoles, 5 de febrero de 2025

El sentido de la vida

Viktor Frankl
Las reflexiones de autoayuda parten del principio básico de que
la frustración existencial no es una patología psicológica. Una frustración existencial, por muy profunda que sea, no es una enfermedad y no debería ser tratada como tal.

¿Qué dice el padre de la logoterapia?

El considerado padre de la logoterapia, Viktor Frankl sostiene que “el interés del hombre, incluso su desesperación por lo que la vida tenga de valiosa es una angustia espiritual, pero no es en modo alguno una enfermedad mental. Muy bien pudiera acaecer que al interpretar la primera como si fuera la segunda, el especialista se vea inducido a enterrar la desesperación existencial de su paciente bajo un cúmulo de drogas tranquilizantes. Su deber consiste, en cambio, en conducir a ese paciente a través de su crisis existencial de crecimiento y desarrollo. La logoterapia considera que es su cometido ayudar al paciente a encontrar el sentido de su vida”.

Pensar con rigor es un ejercicio sanativo

Estoy convencido de que pensar con rigor es un ejercicio sanativo para nuestra salud mental y para hacer frente a la frustración existencial. Los filósofos existencialistas defienden acertadamente que el ser humano es el ser que siempre decide lo que es. Naturalmente hablamos del ser humano que tiene conciencia de sí y que aún no ha entrado en la decadencia mortal. Porque nadie puede obviar que otros deciden nuestro nacimiento; otros deciden nuestra educación infantil, incluso pueden influir en algunas decisiones juveniles. Pero cuando descubrimos nuestra identidad con la mayoría de edad, podemos revisar nuestro camino y diseñarlo de acuerdo con nuestros sueños. Por eso pienso que nos hacemos responsables de nuestra vida en el momento en que empezamos a soñar.

La persona no está totalmente determinada

Sostener que el ser humano es el que decide lo que es quiere decir que la persona no está totalmente condicionada o determinada. En última instancia, la persona se determina a sí misma. Su capacidad creativa hace que no se limite a existir, sino que siempre decida cuál puede ser su existencia. Por omisión o por acción, el ser humano se va recreando hasta que llega a su último suspiro.
En este sentido, la logoterapia considera que la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable. Por eso corresponde a cada individuo decidir si debe interpretar su tarea vital siendo responsable ante la sociedad o ante su propia conciencia. En el momento en que alguien se hace responsable de su propia vida, entonces los demás pueden facilitarle todos los medios para que recorran con éxito el camino que se ha propuesto seguir. De nada sirve planear un camino con alguien que no está dispuesto a andar. De nada sirve aconsejar a alguien que no acepta el consejo. De nada sirve corregir a quien no reconoce sus fallos o que piensa que las cosas están bien tal como están.