En esta entrada, quisiera compartir contigo mi teoría de la periferia. Mi convicción es que el centro es el lugar ideal para tomar decisiones fundamentales, pero no es un ámbito habitual para el crecimiento humano. Se ha idealizado el centro como si fuera un lugar idílico, donde el bien y el mal se dan la mano, donde se refugia la buena gente, donde se comparte gran parte de los ideales. Visto de esta forma, el centro sería lo contrario al radicalismo. En el centro reinaría la tolerancia, la reconciliación y el proyecto común. Pero esto no es verdad: el centro es simplemente un lugar estratégico para alcanzar ciertos objetivos, pero no es un lugar ideal para plantar tiendas residenciales.
El centro político es solo estratégico
En los países democráticos, las ideologías de los partidos políticos suelen dividirse en izquierda y derecha. A menudo, algunos se colocan en los extremos de ambas ideologías. Ocasionalmente, otros buscan el centro para relanzar sus proyectos cuando no logran convencer a muchos conciudadanos. Los estrategas saben que cuando se lanza un argumentario desde posiciones centrales se aseguran votos de ambos lados. Pero el político que lleva a cabo esta estrategia es consciente de que está manipulando la conciencia de la buena gente para llevarla a su terreno habitual. Sabe que si se queda mucho tiempo con ese disfraz oportunista será descubierto y repudiado por ambos lados porque el centro no tiene identidad. Y la gente necesita identificarse con alguna opción política que no ofrezca confusión. Se puede decir, pues, que el centro político es un lugar estratégico para ofrecer puntualmente un mensaje “light” que aunque no convenza, no disgusta. Es lo mismo que acudir a la fuente de lo políticamente correcto: se trata de alejarse de la polémica sin renunciar a sus fuentes ideológicas.
El centro bélico no es productivo
A nivel militar, pocas victorias se han logrado desde el centro. Si tomamos, por ejemplo, el centro como el gobierno de turno, quien quiera derrocarlo se colocará al margen de su poder para minarlo desde la periferia. Si los disidentes deciden organizar una guerrilla o un ataque armado, lo hacen desde la frontera para ir ganando terreno poco a poco hasta llegar al centro para imponer definitivamente su ideario. En la memoria de todos están las recientes guerras y sus organizaciones desde la periferia y las alianzas previas a las invasiones de los pueblos supuestamente hostiles a la paz mundial. Recordemos que a Sadam Hussein no le fue posible defender Bagdad, a pesar de los diferentes anillos defensivos que había organizado. En cambio, los talibanes fueron invencibles desde sus refugios en las montañas de Afganistán. Según el parte de guerra, más de una vez han ganado terreno a los aliados. La defensa del centro siempre acaba mal. La resistencia puede durar un tiempo, pero no eternamente. Los republicanos españoles defendieron ferozmente la ciudad de Madrid durante mucho tiempo, pero no la conservaron.
A nivel militar, ningún comandante aconsejaría lanzar un ataque desde el centro, y mucho menos garantizaría una victoria basándose en la defensa del centro. Está claro, pues, que la defensa del centro es estéril: provoca muchas bajas y no promete victoria. En cambio, guerrilleros han vivido o siguen viviendo en la periferia con el asombro de todos. Por tanto, el centro político es simplemente estratégico; el centro bélico no es productivo.
El mensaje de las religiones no es céntrico
A nivel espiritual, contrariamente a lo que podría creer mucha gente, el mensaje de las religiones no es céntrico. Los profetas acostumbran apartarse de la enseñanza oficial que suele estar en el centro; se colocan en la liminalidad y desde allí muestran la coherencia existencial del mensaje que anuncian al mundo. Jesús se apartó del templo y desde Galilea inició su marcha hacia el centro, Jerusalén. Las pocas veces que visitó el templo fue para reafirmar sus creencias: el templo se había convertido en un lugar de comercio y de conspiraciones políticas contra los romanos. Por eso se fue al desierto para ir conquistando todas las aldeas antes de llegar a Jerusalén. Sus discípulos hicieron lo mismo con la evangelización. Su mensaje nunca fue confuso ni confundido. La corrupción del cristianismo empezó cuando el trono y el altar se unieron en la civitas con la paz Constantina. Entonces el mensaje cristiano fue pervertido y diluido en las visiones terrenales. Fue cuando los monjes, como siglos antes habían hecho los de la comunidad de Qumrán, se retiraron al desierto para vivir mejor su fe. Muchos de ellos son considerados como modelos para una vida cristiana. Podemos decir, pues, que Jesús no construyó su enseñanza en torno al templo. Cada vez que sus seguidores intentaron conquistar y quedarse en el centro acabaron confundidos con los demás, sin un mensaje propio a transmitir.
El centro no es un lugar ideal para crecer
Al nivel existencial, partiendo del hecho de que el ser humano es un ser en situación, entendemos que cuando se encuentra en el centro se recibe muchos golpes y muchas veces resulta necesario colocarse en la periferia, siquiera para evitar ser la diana de los demás. Por experiencia sabemos que en un grupo de personas que pasan mucho tiempo juntas suele haber alguien en el centro para llevar la voz cantante. Durante un tiempo se convierte en una base de datos donde todo el mundo acude para reafirmarse. Si algo no va bien, ahí está ella para arreglarlo o para tranquilizar a los más nerviosos. A menudo goza de un reconocimiento sincero y agradecido de sus compañeros. Y como no quiere decepcionarlos, invierte todas sus energías para seguir ocupando su centro. Pero por muy válida que sea y por muy líder que se considere, tendrá momentos de debilidad en que necesite descansar un rato. Vive de cara al público hasta que una mañana se levanta agotada y empieza su hundimiento. Esta persona no supo que el centro no es un lugar ideal para crecer humanamente. El centro es un paso para visualizar la globalidad, pero a la hora de la verdad se vive mejor en la periferia. En el centro se gasta mucha energía para canalizar todas las fuerzas que circulan alrededor, y solo se saca provecho si se es consciente de su función puramente estratégica.
Si ves que empiezas a ser el centro de las alabanzas de tus vecinos o compañeros, piensa que no tardarás en estar en boga de todo el mundo. Puede que al principio te sientas cómodo de llevar la voz cantante, pero no olvides que eres la diana de todo el mundo porque tu visibilidad es tu mayor enemigo. Al igual que tus capacidades están al descubierto, tus defectos son más visibles. Una sola mancha es suficiente para que una camisa se vaya al cubo de la ropa sucia. Para el común de los mortales un solo defecto suele ocultar todo un campo lleno de bondades.
Mi consejo final
A mi modo de ver, y como forma de síntesis, de vez en cuando hay que acercarse al centro para tener una visión panorámica de la realidad, obtener informaciones suficientes para no automarginarse, dejarse ver para que tus compañeros sepan que aunque no destacas mucho, sigues presente. Cuando te acerques conscientemente al centro podrás ver quiénes tienden a seguirte y quiénes te tenían las ganas para lanzarte sus flechas. Una vez que hayas visualizado el conjunto de la realidad de tu entorno, retírate a tu periferia para seguir viviendo causando ruido solo cuando sea necesario. Y de vez en cuando, hiberne para ahorrar energías.